Dispositivos de Escuela: cartel y pase

Para llevar adelante el trabajo de Cartel, sostenido con mis compañeras, a lo largo de este tiempo, me interesó tomar la primera parte de su título, “dispositivos de Escuela”. Retomaré algo de lo escrito para la jornada anterior, que me permite continuar interrogando aquél sintagma.


Gilles Deleuze, en su artículo ¿Qué es un dispositivo?, plantea que, a su entender hay dos importantes consecuencias que se desprenden del modo de conceptualizar los dispositivos tal como lo hace Foucault:

1) el repudio a los universales, lo uno, el todo, lo verdadero, el objeto, el sujeto no son universales sino que son procesos singulares inmanentes a un determinado dispositivo

2) un cambio de orientación que se aparta de lo eterno para aprehender lo nuevo, ya que lo que cuenta es la novedad del régimen de enunciación mismo.

En aquel trabajo tomaba esta cita como muestra de un "clima de época" entre los intelectuales franceses en el momento en que Lacan propone estos dos procederes como dispositivos. 

Clima en el que insistía un cuestionamiento de la uniformidad de lo total, y una prevalencia de la dimensión de lo discursivo por sobre lo eternamente establecido.

Ahora bien, esta caracterización, ¿se corresponde con el clima de época actual? ¿Coincide el contexto social, político, histórico y cultural de la Europa de los 60 y 70, con el contexto actual?

No es necesario ser sociólogo o antropólogo para sospechar que no. El contexto actual ha variado mucho y en mucho respecto de aquellos años 60 del siglo XX.

Por consiguiente, vale hacerse la siguiente pregunta: ¿siguen siendo válidos los dispositivos de Escuela que Lacan propuso 50 años atrás? Y si es así, ¿qué argumentos es posible esgrimir al respecto?

Considero pertinente la pregunta, ya que si cartel y pase son dispositivos de Escuela, con la ambigüedad que el genitivo tiene en nuestro idioma, (dispositivos que hacen a lo específico de una escuela en un sentido, y escuela en la cual se practican, en el otro sentido), no se tratará de practicarlos como efecto del sometimiento a la referencia de un texto escrito hace más de cincuenta años atrás, (porque lo dijo Lacan, o lo continúe diciendo el Amo de turno…) sino de argumentar sobre ellos desde una convicción en el discurso del psicoanálisis. 

Porque la común experiencia que nos reúne como Escuela es la experiencia de una práctica de discurso, y es a partir del discurso mismo que se argumentará lo necesario de estos dispositivos para una Escuela y en la Escuela. 

En las líneas que siguen intentaré un esbozo de esa argumentación.

Respecto del clima de época actual, concluyendo la segunda década del siglo XXI, Giorgio Agamben, en un breve ensayo titulado Qué es un dispositivo, a partir de lo que llama la filología foucaultiana, analiza a éstos en un nuevo contexto. Resalta allí que: “El término dispositivo nombra aquello en lo cual y a través de lo cual se realiza una actividad pura de gobierno sin ningún fundamento en el ser. Por esta razón, siempre deben implicar un proceso de subjetivación, es decir, deben producir su sujeto.”

Y en relación a la actualidad, remarca el autor que: “en la fase actual del capitalismo (los dispositivos) no actúan tanto a través de la producción de un sujeto, sino a través de procesos que podemos llamar de desubjetivación”.

A partir de este planteo, Agamben propone modos de operar con los dispositivos que intenten contrarrestar esa desubjetivizacion. No me detendré en su propuesta, quede mencionada para continuar con el desarrollo de estas palabras.

Este breve recorte de la conceptualización de Agamben hace posible abrir otro interrogante que considero interesante plantear en relación a la finalidad u objetivos perseguidos por los dispositivos de Escuela: ¿Qué es lo que producen? 

Si bien no puede dudarse que producen efectos en quienes participan de estos dispositivos, estas Jornadas son uno de ellos, ni el cartel ni el pase están propuestos con la finalidad de producir “un” sujeto. No es el sujeto de los dispositivos de Agamben que en ellos se juega, sino el sujeto del inconsciente. 

Para el psicoanálisis, el sujeto, y su destitución, se producen a lo largo de un análisis, y no es con este sentido con el que Lacan presenta su Proposición del 9/10/67.

Si no producen un sujeto, ¿podría pensarse entonces que están propuestos para producir un saber? 

Por una parte el cartel puede caracterizarse someramente como una forma de agrupamiento según ciertas condiciones, para elaborar algunas cuestiones en relación a puntos cruciales del psicoanálisis, del que cada cartelizante producirá un escrito, no sin el trabajo con los otros cartelizantes y con la orientación de la función del plus 1.

Por su lado, el pase es un procedimiento complejo que intenta constatar que una operación se produjo en el análisis propio, y se quiere testimoniar acerca de eso. En ambos casos hay un producto, y éste guarda relación con el saber, pero ¿qué tipo de saber? 

No producen “un” sujeto, pero tampoco producen “un” saber. Pero ambos, saber y sujeto, están implicados en ellos. 

En la Proposición, Lacan plantea que es en relación a un “orden del saber en función en el proceso analítico”, que propone tanto el cartel como el pase. Ambos dispositivos se articularán allí de acuerdo a este orden del saber.

¿Cuál es el saber en función en el análisis? ¿De qué orden es este saber, y que es lo que ordena?

En la figura del Sujeto supuesto Saber, el saber, al igual que el sujeto son supuestos. Si para el analizante, este saber supuesto cumple su función en la transferencia, es en el orden del “no saber” que funciona para el analista. No saber no de modestia, sino, en tanto, cito de la Proposición, “la producción en reserva de la estructura del único saber oportuno”.

El único saber oportuno, para el analista, es el saber textual que el psicoanalizante porta sin saberlo aún, texto que lo constituirá como sujeto en el proceso de su análisis, proceso que, al inicio y al final, guarda relación con aquellos supuestos, el sujeto y el saber. 

A éste, el saber textual, se añade el saber referencial, aquél que se deriva de los efectos del lenguaje: el sujeto mismo entre otros referentes. 

Es en función de este ordenamiento del saber en el proceso analítico que los dispositivos de cartel y pase encuentran sus reglas y condiciones, acordes con la lógica que le permite a Lacan articular sus cuatro discursos, contemporáneamente a la Proposición.  

En Sobre la experiencia del pase, texto que Lacan escribe en 1973, dice que:

“hice la proposición con la finalidad de aislar lo que concierne al discurso analítico (…) a mi entender, era el primer escalón de un reclutamiento de estilo diferente, de un orden modelado muy precisamente sobre lo que entonces consideré que daba especificidad al discurso analítico”.

A partir de la escritura de sus cuadrópodos, como los llama, y del discurso del analista, puede Lacan especificar los otros tres, histérica, universitario y amo. Respecto a éste último, lo situará en el texto de 1973 como:

“un determinado modo de cristalización de lo que constituye el fondo de nuestra experiencia: la estructura misma del inconsciente”. (Sobre la experiencia del pase) 

Lo que permite articular el discurso del amo, no solamente con el amo antiguo y moderno, sino con la estructura misma del inconsciente, tal como se presenta en un análisis. 

Y también con el discurso del analista, en el cual el saber, en el lugar de la verdad, queda debajo de la barra sobre la que se ubica el agente de ese discurso, de acuerdo a aquel “saber en reserva” planteado como único oportuno.

Este saber del analista, queda a la espera, pendiente de la producción de los significantes que constituyen el texto que el analizante, sin saberlo él, pero suponiendo un saber y un sujeto, construirá en su análisis.

La articulación entre estos dos discursos, están en relación con la búsqueda de un modo de asociación para los analistas que evite, en la medida de lo posible, su basamento en los fenómenos de grupo, ya que en éstos la figura de un amo se presenta siempre encarnada en alguien, que detenta el poder sobre el grupo.

Las reglas y condiciones que constituyen cada uno de los dispositivos de Escuela intentan responder a la estructura lógica de los discursos, en particular a esta relación recién esbozada entre el inconsciente como discurso amo y el discurso del analista.

Es en este sentido del genitivo que son “de Escuela”, porque constituyen lo específico de un modo de asociación entre analistas homóloga a la práctica que los hace comunidad de experiencia.

Y en el otro sentido, cada Escuela en su hacer irá produciendo las condiciones más adecuadas para el planeamiento y la práctica de estos dispositivos. 

Si cada época tiene su clima, cada Escuela, y entre ellas la nuestra, la EFmdp, tiene su época en el avance de la práctica del psicoanálisis.